Educar la interioridad es “ayudar a la persona a que descubra el tesoro que tiene escondido para que pueda interpretar los contextos de su vida y hacerse sensible a los valores, a las preguntas de fondo sobre el sentido de la vida, a poner nombre a aquello que experimenta, aceptando con sencillez las propias capacidades y limitaciones, acompañando al niño, joven, o adulto a descubrir su mundo más íntimo”